Los marines están listos para zarpar, el bote está repleto y las velas se alzan, el momento ha llegado y sólo nos esperaba la profundidad de un concierto pletórico y rebosante de sonidos enigmáticos y puro folk.

Bajo un escenario apagado, Mike Scott es iluminado por la poesía de William Butler Yeats, abre el concierto recitando, a la vez que su imagen resulta sumamente embriagadora ante el escenario, para sumergirnos en su mundo poético y hacernos vibrar con “The Hosting Of The Shee”.

La banda supo cómo conquistar a su público, con canciones de auténtica artillería pesada, como “A Man Is In Love”, “The Whole Of The Moon”, “The Raggle Taggle Gypsy” u otras al más puro estilo romántico, como “How Long Will I Love You” para la que estos irlandeses se recrearon y amaron al mismo tiempo que tocaban.

En mitad del concierto, no sólo nos deleitaron con Greatest Hits, también estábamos ante una obra de teatro, para la cual Mike Scott se retiro, se trataba de un “duelo musical” entre Steve Wickham al violín y el teclado excéntrico de dos músicos que se escondían tras dos máscaras al estilo veneciano, para dejar todo el espectáculo en manos de la música, como dos guerreros desenvainaron sus “armas” y desde un rincón reapareció el Sr.Scott para detener el mismo y recitar con rostro cubierto “Mad As The Mist And Snow”.

Lo mejor de todo: los bises y los señores Waterboys, que supieron reavivar a un publico maduro y sereno al principio, para hacerlos botar hasta el último momento con la legendaria Fisherman’s Blues.

Autor: Cristina Sánchez García